5 de abril de 2018

"No claudicaré, no renunciaré... ni cagaré"

Puigdemont, desde la cárcel: "No claudicaré, no renunciaré, no me retiraré".  "Y no cagaré" le ha faltado añadir al niño. Pues ya no cago, decían algunos críos cuando sus padres lo castigaban por no comer, pongamos por caso. "¡Chufla, chufla, que como no te apartes tú!", decía un baturro al tren en la película Nobleza baturra de 1935.  Chulo que es uno, decíamos por aquí, cuando niños.  Pos igual, más o menos. Chulo que es el muchacho que parece que no conoce eso de "no corras que es peor".  Se nos ha escondido como un cobarde y todavía presume.

Chulos también son los niñatos de Silicon Valey (la película) en la que una promesa tecnológica pergueña una aplicación (lease apsss, con muchas eses) que detecta las chicas que tienen los pezones erizados. Y no por el frío. Tú vas por la calle o estás en una fiesta y con el móvil puedes averiguar qué chica está en celo. No se me hubiera ocurrido ni a mí, pese a que soy
un salido. Presunto.

Y luego están los empresarios/as cerriles ojeros con la avaricia supurando por los oídos que exigen test de embarazos previos a la contratación. Uno siempre ha dicho que la solución es que el Estado se haga cargo del sueldo y las cotizaciones mientras las chicas están embarazadas, para que los empresarios no tengan miedo a contratarlas y además se anime el mercado laboral y la maternidad (estamos escasos de púberes que nos coticen la holganza jubilosa).

Aunque  un amigo me afina el violín y me advierte de  que una mujer que se dé de baja por embarazo supone un perjuicio si la chica lleva un departamento importante y el sustituto no está a su altura. Puede ser. Pero algo hay que ingeniar porque esto es un desglose como los nazis: unos para un lado y otros para otro, si se me permite la exageración.

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