4 de abril de 2018

Margaritas a los cerdos


Y la cara que se le queda al portero de la Juventus tras el gol de Cristiano. Ni estaba ni se lo esperaba. Paso el balón por su lado como el que se cuela en una ventanilla ante el pasmo del personal. "Y Bufón se dice: No, ¿por qué a mí?, añade un comentarista sudamericano (ver vídeo en las negritas). Te quedas admirado con la bocca abierta e igual habría dicho de ser Messi el autor. Y el tío tiene ya 34 años, pero se lanza como un chaval a ver si pesca el salmón en el aíre. Supongo que algunos dirán que fue un churro, etc, etc, pero la obra de arte pasará a la historia junto al gol de Zidane.

Pasa con esto como con un arbolito recién plantado, con su tronco redondo en el que apoyarse y con unas abrazaderas para mantenerlo pegado, es decir, con todos los pertrechos suficientes y hábiles para que crezca y se haga árbol, ha sido cortado por la mitad por algún sinvergüenza  de esos a los que no conviene echar margaritas. Ha ocurrido en el parque
 
Gabriel Celaya por donde suelo pasar para ir al Mercadona y por donde lo he visto echar los primeros brotes. Ahora ya no. Quizás aparezcan brotes por abajo, pero por arriba le han quitado el ansia de alcanzar el cielo (me ha quedado muy cursi, pero lo dejo).

No llevo móvil (porque no tengo, ni lo necesito), pero de haberlo llevado le hubiera echado una foto como a la pájara de al lado para que quede constancia de que por mucho que cuidemos la educación de los niñatos, no aprenden ni se educan, aunque esto es un problema sentimental más que de educación. No se me ocurriría jamás romper un arbolito, como no tiraría un nido, pintaría en las fachadas mis "genialidades", ni nada más porque se me ha olvidado lo que había pensado para poner a continuación. Cosas de la edad. Eso sí, botellón a manta.

El otro día, domingo de Resurrección, vi a unas chicas haciendo botellón en un banco del callejón de los Frailes en medio de la multitud que se agolpaba frente a los dos pub que abren allí sus barras. Por tol morro. Y rodeados por una multitud que consumía de pie  las bebidas en vasos de plástico. Es cierto que poner los denominados chorros a 4 euros es una barbaridad y mucho más para las economías pubescentes, pero algo habría que hacer para evitar que el botellón lo hagan, si acaso, en los garajes de sus papis. Si estos los dejan, claro, que serían la autoridad competente en el caso.

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