10 de marzo de 2018

Mear y no echar gota

Leo en una crónica de La Verdad  firmada por Antonio Gómez,  que más de 30 comunidades de vecinos  de Cieza tienen problemas para instalar ascensores porque la ley lo prohíbe; la ley prohíbe instalarlos en edificios que tengan más de 50 años. El ayuntamiento tripartito se atiene a la ley regional, pero me extraña que no pongan más interés porque se supone que los afectados por este impedimento son más bien humildes y personas mayores con minusvalías que no pueden hacer ese esfuerzo.

Cuando yo vivía en Murcia alquilé un piso sin ascensor y vivía en el 4º ó 5º, no recuerdo. Claro que entonces tenía unos 30 años y subía los escalones de 2 en 2. Y corriendo. Pero había una señora del 3º que las pasaba canutas para salir a la calle. Sobre todo a la compra. Le subí más de una vez el carro y no digo esto para

ponerme una medalla. Ahora no sé cómo estará el edificio (estababa en la calle Santa Teresa, frente al edificio de la antigua ONCE), pero si sigue igual me parece un crimen municipal o autonómico. Me da igual.

No sé si esta prohibición será porque con más de 50 años existe peligro o simplemente porque es un trámite burocrático de esos que alguien pone, porque sí, y a los demás que les den morcillas. ¿Y por qué no a los 40?. ¿O a los 60?. Me extraña que un ayuntamiento de izquierda no se mate por conseguir derribar estaba barrera arquitectónica o buscar otras soluciones que haberlas debe. A lo peor se acogen a que así los vecinos hacen ejercicio, que es muy bueno para la salud, pero con minúsvalidos me suena a cachondeo.


Como mear y no echar gota, que decíamos de pequeños. O que la ecografía que me hicieron ayer muestre una próstata normal, sin problemas.
- ¿Estoy para operar? -le pregunté a la doctora, ávido como una novia el día de su boda.
- !Qué dices, qué va! Ni mucho menos.

Pero yo tenía las molestías y todos los síntomas  (ahora menos porque estoy tomando unas pastillas que casi me han solucionado el problema mandadas por mi médico de cabecera) y sin embargo voy pasando prueba a prueba. Ahora me queda la flujometría que sin saber latín deduzco que metría viene de medir y flujo  de flujo, es decir, el flujo de la meada y si meo más lejos que nadie. Me toca el viernes que viene, pero ya estoy más tranquilo, aunque también es verdad que allí algunos colegas, pacientes como yo, me comentaron que llevara cuidado con hacerme ilusiones porque, etc, etc.

Pues fale. Aunque le temo mucho a la flujometría porque te tienes que beber una botella enterita, de litro, antes de entrar a mear en algún aparato. Y me callo y ya no doy más follón con esto no me echen el mal fario o hablen mal de mí, como Bartolomé Marcos, que después de  machacarnos con sus cosas de operaciones, roturas de brazos, calvarios quirúrgicos, muelles y demás avatares, se cachondea  de mi porque hablo de mi próstata. Y sé lo que me digo, pero estoy por convertirla en un personaje literario. "Mi próstata y yo".

Pero esto es todo lo que hay, señores,  porque aunque todavía colea lo de la huelga para la igualdad, pronto volvemos a las mismas y el agua a su caudal. Aunque hemos avanzado mucho, que conste. Y no hay más esto es todo y

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