31 de marzo de 2018

Las carretillas sí, pero en la plaza de toros

Hoy sábado Santo la actividad principal es tirar carretillas, manda cojones.  No las aguanto.  Y no  creo que sea una actividad de ocio que haya que respetar, como pretende mi amigo Manuel Lucas, porque en realidad es una costumbre franquista que lo único que permitía es que unos pocos,  con perras, acojonaran a todo un pueblo, coartando su libertad de salir. Hace muchos años el sábado santo era un día peligroso en el que se cerraban puertas, ventanas, se adelantaba el horario de las misas y si te asomabas a una ventana te tiraran los artefactos, etc.

Lo recuerdo de niño, con miedo. El mismo que tenía la gente  a salir. Porque además te las tiraban con saña para hacerte daño si no eras del gremio. Si tanto les gusta el riego y la pólvora que alquilen la plaza de toros y se enzarcen allí a carretillazos. Pero eso no mola porque lo que importa es sentirte muy macho para tirarlas y acojonar a los demás. En Valencia los llaman truenos, pero he visto un documental en el que lo hacen (tirar truenos) en un local acotado con mallas de alambre, hasta arriba, para no poner en peligro a nadie ni dañar

edificios. Se encierran en esta especie de jaula y van equipados como los artificieros de la Policía. Son chulos, pero sólo se acojonan entre ellos.

Es también lo que ha pretendido Puigdemont, pero sin traca. El bicho es un presunto delincuente que estaba en busca y captura por la Interpol por estafa. Me ahorro la política. Estaba detenido por ser un sinvergüenza que presuntamente ha malversado dinero. Mi opinión de él es la misma que la de Roldan, Bárcenas, Pujol o los de la UGT andaluza.  Gentuza que pone sus intereses por encima de los de los demás. Lo han detenido y me alegro porque ha humillado al resto de españoles. Porque nos ha despreciado. Porque se cree de una raza superior, como parece que son los carretilleros. No me gustan los supremacistas y ésto lo dije antes que nadie, que conste.  Cuando pase la Semana Santa (y ya queda poco) tendremos que ponernos a trabajar de verdad contando o no con los supremacistas que en puridad, tendrían que estar fuera de la política. Por guarros, por ensuciar la democracia.

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