Y además me he enganchado a la canción Absolute Beginners de David Bowie, que utilizo Vodafone en un evento de Internet con Steve Wozniak y que reciclaron como spot para la tele. Dentro de unos días se me pasará el capricho, pero por
ahora suena una y otra vez en la casa.
Y también consigue que me olvide de la próstata, del cáncer de próstata (tengo miedo, la verdad) o de la operación de próstata. Y además, con el cambio de dirección del blog he tenido también que cambiar todas las direcciones de todos los servicios. He tenido, no. Tengo. Puede llevarme todo el verano. Y todo por una tontería. Por cierto a ese anónimo que me escribe le aclaro que yo no soy ni me creo inteligente. Soy normal, del montón.
Lo que ocurre es que algunos están muy por debajo y encima se creen muy listos. Yo soy absolutamente normal y ahí está el ejemplo: mi vida ha resultada tan insulsa e inútil como la de todo el mundo y por eso no aguanto a los que son unos medianías pero van jactándose de lo contrario. Siempre digo que soy escritor, sí, pero fracasado. Lo añado siempre y la gente lo sabe. Porque es verdad y porque no me da vergüenza decirlo. Lo he intentado y he fallado en todo. Otros, al menos, dejarán hijos y chaleses. Yo no dejo nada excepto cuatro novelas muy malas.
Este niño sí que es inteligente. Y lo digo en serio. |
Y encima presumen de lo listos que son. Yo no, ya digo, pero no tengo culpa de que el director de La Opinión, Ramón Ferrando (q.e.p.d), aparezca una mañana por la redacción del periódico (cuando estaba en la plaza del Romea) y se ponga a pedir el aplauso para mi, felicitándome en público delante de unas 20 personas. Los demás me cogieron una tirría que les rechinaba por los ojos y fueron a por mi porque ellos tenían estudios superiores de periodismo y yo sólo el certificado de estudios primarios. No es culpa mía, pero le dije al director que no lo hiciera más porque la envidia podía matarme. No me mató porque huí y me vine a Cieza, pero a punto estuvo. Hay testigos, ya digo. Pero lo dejo porque esto si que es una forma de presumir.
Volvemos pues al tajo.
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