23 de marzo de 2018

A un pariente lo van a desclasificar

Dedicado con mucho cariño
Un proyecto de ley presentado por el PNV pretende desclasificar los documentos clasificados como secretos o confidenciales. Y está muy bien. No tiene sentido tenerlos bajo llave porque la transparencia beneficia a todos.  Aunque yo tengo  datos que no necesitan desclasificarse: por ejemplo, los hijoputas rojos que le cortaron las orejas a un tío abuelo mío y se las comieron en el bar Isidoro,  por ser un chulo, según decían entonces para justificar la barbarie a la que llegaron algunos. En los dos bandos. Pero yo estoy hablando de uno.

Mi pariente salía con una escopeta cuando venían a por él y por eso, por defenderse y ser cura, era carne de asado. Yo no le guardo rencor a esos pobres hombres, incultos y menesterosos que no sabían más. Si inculpo a los que lo permitieron y alentaron. Y me pregunto qué hubiera pasado si los comeorejas (no sé si sus ancestros procedían de Cieza o del Amazonas), hubieran ganado la guerra. Y tampoco me olvido de un pájaro que  escribió el hecho en un libro tergiversándolo y echándole la culpa al cura. Lo iba a poner bonito, pero con la palabra.  Con una camiseta que a lo mejor le viene al pelo a su mujer.

El mencionado pájaro también escribió que el robo del oro de las vírgenes era para protegerlo de los saqueos, cuando era ellos los saqueadores, pero...me callo. Con su pan se lo coman. Como Vodafone a la que voy a poner a caldo por haberme subido 3 euros la cuota. Llamé y me quejé y entonces me regalaron una suscripción a HBO por un año, que por cierto es
mejor que Netfllix pues  tiene más contenido, es más diversificado y se ve mejor.

En Netflix me pareció que volvía a los tiempos del modem y todo eso. Algo es algo, dijo un calvo al recibir un peine sin púas;  le comenté a la chica que se rió y me dijo que me regalaba también  una suscripción por tres meses a la tv total de la propia Vodafone y yo, claro, le pregunté si tenía novio y todo eso. Yo creía que me iba a decir que era muy pronto, que no nos conocíamos, que primero tenía que presentarme a sus padres, etc, pero se río con la gracia andaluza porque  era  inteligente  y captó al instante la  broma.  Iba a preguntarle qué tal le quedaban las faldas de cuero, pero decidí callarme para no estropear aquella magia teleopetradora (de Sevilla) y cliente, normalmente cabreado.

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