Dicen las lenguas viperinas, muy groseras, que «el amor es oler pedos juntos». Puede. Uno no lo sabe porque nunca he vivido en pareja más allá de un fin de semana. Entramos el sábado en un piso prestado para conocernos y convivir como casados, y el domingo por la mañana ya me había echado. Ni un pedo, oye. No me dio tiempo.
Su padre me dijo que yo quería seguir llevando vida de soltero y que eso no era cuestión. Y tenía razón, pero es que ellas te engañan porque cuando están de novias son muy apasionadas pero una vez casadas ni quieren emborracharse, ni fumar porros, ni echar un polvo nocturno en la playa, ni esposarte a la cama. Son crueles, ya se sabe. Te llevan engatusado al matrimonio.
La democracia es otro matrimonio pero con esa civilidad que nos impide volver al árbol y arrearle un garrotazo al vecino por la linde de la rama. El hombre nace mono y se va haciendo humano conforme acepta unas normas de comportamiento que le permiten matrimoniar con la democracia y la cultura. La educación te apartan de la manada porque ya no somos perros que vamos en grupo detrás de la perra para olerle el coño y ser el preferido para montarla.
La democracia consiste entonces en oler pedos juntos; las flatulencias de la derecha paleta que quiere excluir a lesbianas y mujeres solteras de la reproducción asistida, un disparate, porque uno tiene amigas que son madres solteras y son mejores mamás que muchas otras que lucen marido. Son chicas independientes que no quieren aguantar los pedos de un tío. Un gran «problema médico», señora Mato. O soportar la fetidez de los políticos que se ruborizan con pudor ofendido por la financiación ilegal de los otros, pero callan cuando los bancos les perdonan a todos ellos las deudas, y los financian, incluidos los comunistas.
El socialista José Blanco ha sido absuelto por la justicia, aunque ya tenía condena firme de los correveidiles, por lo que conviene aguardar a que la justicia sentencie, antes de volver al árbol y engrescarse por la linde. Rubalcaba cumple con su deber al pedir la dimisión de Rajoy (para eso cobra). Ya ha huido Griñan por los ERE andaluces. Y el gallego cumplirá con el suyo si además de explicarse el próximo jueves, presenta una ‘cuestión de confianza’ para ver si el PP lo apoya porque Aznarín fue líder del partido durante 14 años y ni rechista las acusaciones de su tesorero. Quizás porque él y Aguirre son los únicos a los que no acusa.
No se puede cambiar un Gobierno porque lo quieren 4 bancos extranjeros (Pedro J. Bárcenas lo sugiere en El Mundo), sin que hable mi voto que tiene que valer lo mismo que el interés golpista de 4 bancos. O de todos aquellos que matrimonian con bancos y corruptos para oler unos cuescos que pretenden que valgan más que mi voto. Lo siento, pero no tengo costumbre de oler los pedos de nadie. Ni tan siquiera en un fin de semana.
Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza.
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