19 de noviembre de 2011

Obituario

De nuevo nos toca acudir a votar. Pues «que aproveche», que dicen algunos. Cada cuatro años nos ‘llaman’ a las urnas, pero esta nueva ‘llamada’ nos pilla con la prima de riesgo con estos pelos. Y cuatro años más viejos porque parece que tenemos las elecciones contadas, mientras nos pasamos la vida ‘pasaratándonos’ para matar el tiempo como si los minutos fueran chinches que nos recuerdan las horas que nos van descontando hasta el finiquito, que te diligencian en el tanatorio. Más IVA.

A otros los pasaportan por lo breve, aquí te pillo aquí te mato, como al sátrapa Gadafi al que empalaron como en la Edad Media sin cumplir los protocolos de la Justicia, ni permitirle el hábeas corpus. Las bombas de la OTAN han esparcido la grava del hombre nuevo que lo primero que piensa es en la venganza y la poligamia, es decir, en tetas y carretas, porque en Libia y en Túnez han ganado los islamistas y ya andan tirando para el monte como cabras. Próxima parada Egipto (dentro de 8 días), donde los Hermanos Musulmanes son favoritos. La ‘primavera árabe’ que tanto ha encandilado a los indignados europeos, nos ha

salido puta porque no concebíamos que el pueblo se tirara a la calle para derrocar al dictador y votar luego ‘vivan las caenas’

No son maneras. Y no se puede empalar a un tipejo, aún déspota, sin atenerse a la etiqueta tal y como hacemos nosotros que mantenemos desde hace 36 años el cadáver de nuestro dictador en el tanatorio del Valle de los Caídos. Somos más exquisitos. Sabemos como tratar a los dictadores. Y a los cómplices de la dictadura como Juan Luis Cebrián o Antonio Gala al que, por cierto, se le escapa la vida por el desagüe del cáncer. El que suscribe le desea que venza la enfermedad. O que tenga una estupenda muerte digna.

Pero como él nos barrena con que quiere que los católicos conozcan la historia de la Iglesia, también deberían conocer la suya; la de un franquista reciclado que exige tener una ‘buena memoria histórica’, cuando el camandulero vivió de maravilla a la vera de Franco pues todavía lo recordamos por los saraos del NODO y jamás renegó de la dictadura mientras lustraba el charol de su honra con los premios concedidos por el dictador, como el Nacional de Teatro Calderón de la Barca (1963) o el Nacional de Literatura (1.973). Es el escritor más premiado por el dictador franquista que firmaba la concesión de sus premios con una mano mientras con la otra rubricaba sentencias de muerte como la de Puig Antich y Heinz Chez (2 de Marzo de 1974), sin que el escritor, sumiso y lamerón, dijera pío, pío.

No podía, porque por aquellas fechas andaba enfrascado en escribir series para la TVE franquista como ‘Si las piedras hablaran’(1972-1973), mientras Marcelino Camacho y toda la cúpula de CC.OO., eran detenidos por el Proceso 1001 y encarcelados en Carabanchel durante un año (1973). Toda una actividad franquista de un pájaro que ahora nos viene con que es ‘demócrata de toda la vida’ cuando es un tartufo al que el cáncer no absuelve de ser un cobarde. Su película sí que es aburrida. Está muy vista. Como la caída de los dioses, digo, de Zapatero y Cía.

Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza.

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