26 de noviembre de 2011

Huelga

El pueblo  se equivoca como cualquier particular, es su derecho, y  si hemos de suponer que lo  hizo con el jaujaprogresista Zapatero (a tenor de los apabullantes resultados electorales),   lo que cuenta   es aceptar su traspies  porque en la dictadura el pueblo no  se equivoca jamás. Mejor entonces que pueda errar a que no se equivoque nunca.  Aunque lo haga de nuevo con Rajoy, un suponer, al  que todavía  no le han apañado una huelga general. Ya están tardando.

Que  no haya asumido el poder no tendría que ser un engorro porque ya sabemos que viene  obligado a serrar 30.000 millones en  brevas y bicocas,  disciplinar la banca,  atajar la deuda, descentralizar la negociación laboral y  lograr una contratación más barata.  Una  cuantía por despido que Zapatero ya había rebajado  y que ahora retomará Rajoy para que no le hagan de menos en Europa.

Un asunto controvertido, desde luego,   porque  haberlos haylos  que  prefieren que cierre una empresa y se vayan todos los trabajadores eventuales a la calle, antes de que echen a uno con contrato fijo. Es lo que se llama solidaridad: nos jodemos todos, es decir, el trabajador

implicado  que  se va a cola del paro, los demás curritos que  se van después a la puta rue y el empresario que se  larga, tras echar la persiana al chiringuito. Todos jodidos, como tiene que ser en una España solidaria.

Uno prefiere el despido libre y ganar mucho más  (como en Francia o Inglaterra),  que tener contrato blindado, miserable y estreñido. Según los datos de Euroestat para 2008,  el salario mínimo en Europa va desde los 1.610 euros de Luxemburgo a   los 1.462 de  Irlanda, los  1.321 de Francia o los 1.148 de Gran Bretaña.  En Spain son 641  euros cochinos.

Así que usted mismo porque en esto, como en la moda (y en el sexo), tenemos todo tipo de fustas y tendencias.  Y  los  hay masocas que se placen  en ganar poco  con tal de aguantar toda la vida al mismo hijoputa de siempre, es decir, al jefe. Y también los hay (como el que suscribe), que prefieren ganar mucho más y no tener ningun juramento con la empresa para poder mandar  libremente al jefe a tomar por  el culo.

Lo que ocurre es que en esta España de jacuzzi y encebollado, la  peña se pirra por el trabajico fijo porque  se piensa en la hipoteca y el ‘pan de mis hijos’. Tocarle a un español el ‘pan de mis hijos’ tiene más peligro que tocarle a un extranjero los huevos. Te esclavizas hipotecariamente con el banco durante 40 años y con el jefe por el resto de tu vida (por el ‘pan de mis hijos’), cuando  para ser independiente  hay que estar libre en la empresa, vivir de alquiler y quedar para  follar en un hotel y luego cada uno a su casa.

 Todo lo demás son ataduras con la familia, el municipio y el  sindicato, es decir, con la democracia orgánica franquista que  protegía al trabajador fijo hasta el extremo de que era imposible echarlo  con arreglo a un artº 35, creo recordar,  que  cuando llegó la democracia y se suprimió, fue reclamado por los sindicatos. No lo sabemos de oídas. Lo hemos visto  incluso en pintadas por la calle.   Vayamos pues a la huelga.  Ya están tardando.

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