2 de enero de 2009

La avaricia rompe el saco


Ya tenemos flamante año nuevo con frescor a tergal almidonado, pero lo hemos empezado como siempre, como lo terminamos, es decir, con dos guerras (en Gaza y el Congo), por aquello de ser coherentes y no variar nuestros conceptos de un día para otro. No está mal. Poco a poco nos vamos superando, seguimos evolucionando y la humanidad ya es capaz de mantener dos guerras al mismo tiempo mientras Obama, nuestro Salvador, sigue jugando a golf en Honolulú
pues tiene que descansar antes de traernos el cielo que nos tiene prometido.

Un nuevo año que se aventura chungo, eso me temo, porque no me había percatado de la gravedad de la crisis, la creía ajena, hasta que el otro día vi una larga cola ante la oficina de empleo y otra más tarde ante la administración de loterías. No hay duda, me dije: estamos en crisis. Y en una crisis que por una vez "ha hecho justicia", que se dice, pues también le ha pillado a los ricos, a los millonarios, a los que su avaricia les ha roto el saco, según ese aserto que decíamos los niños cuando jugábamos a las canicas. Aunque se conoce que algunos adultos no han sido niños o se les ha olvidado el magisterio de la infancia que aconseja no querer besar siempre a todas las niñas. Al mismo tiempo.

Pero la crisis ha "hecho justicia", eso dicen, porque me acabo de enterar de que Almodóvar, ese insigne cineasta cursiprogre que ha denunciado conjuras y golpes de Estado, ha sido pillado en la estafa Madoff de aquellos codiciosos que no conformándose con ampliar sus millones con un 4% de las letras del Tesoro (pongamos por caso), querían pillar porcentajes del 20 y el 30% que es sabido que gusta mucho a avaros y demás gente de lijar los saldos de los bancos para exprimir hasta la última viruta.

Para exprimir hasta el último regüeldo de la cuenta corriente mientras abogan por salvar a todos los pobres del planeta, pero con el dinero de los demás pues el suyo lo atesora y cobija el tal Madoff, por si las mocas. Aunque las moscas se lo han tragado y yo que me alegro de este mal ajeno.
Tengo que confesarme.

6 comentarios:

  1. Está muy feo alegrarse del mal ajeno Antonio... muy feo... al menos deberías haber esperado a después de reyes, que todavía son días de portarse bien, si no no te traerán esa lolita desvergonzada que sé yo que les ha pedido... jajajaja

    No te he visto hecho glamour en el blog de Miss Sybarite... definitivamente, los reyes se tienen que pensar mejor tu regalo... no estás siendo nada bueno...

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  2. Por eso he de ir a confesarme, Mamma. Siento remordimientos.
    PD.- No mando fotos al blog de Sybarite porque soy tímido.

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  3. Creo que no entró el otro comentario que he dejado... en resumen que a mi no me gusta que pierda pasta la gente aunque tenga mucha, Lo que fastidia es la especulacíon pero mira.. puestos a que pierdan pasta prediero que sean ellos a que sea yo.. que para cuatro acciones que tenia de la empresa de mi santo... se han quedao en nada... yo que pensaba insorizar mi habitaíón...

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  4. Que los ricos dejen de ganar me da igual, Eria. No me importa. No me alegro del mal ajeno, pero es que lo suyo no es mal, es dejar de ganar, dejar de ser más millonarios. Como comprenderás, ni una lágrima.
    PD.- La insonorización de tu habitación está muy bien, es una buena idea, porque impide que los demás oigan ruidos y gritos (de placer)

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  5. Alguna ventaja tenía que tener ser pobre. A mí no me preocupan mis inversiones, no las tengo.

    Fíjate tú, como debe estar ahora el pobre ¡Pedroooooooooooo!, si ya lo dice el refrán, el dinero no da la felicidad.

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  6. Eria... insonorizar tu habitación... hmmm...

    ¡jajaja! Vaaaaaaaaaaaaaaaaaaaale, vaaaaaaaaaaaale...

    Merce, el dinero no da la felicidad ¡pero cómo ayuda, niña!

    Lamamma, Antonio ha mandado su foto, es que es... de otro estilo ;) Pero todo vale y lo importante ha sido reunirse de esa manera.

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