1 de marzo de 2007

Machitos, víctimas y perdón

El entrenador del Sevilla fue agredido ayer en el campo del Betis después de que los presidentes de ambos clubes, que se supone que tienen que dar ejemplo, se hubieran achuchado a ladrillazos de patrioterismo futbolero, mi cervecita, mi club, mi bandera, mi equipo. No me extraña. Era el Día de Andalucía y era el momento de las hazañas épicas. Creíamos que la educación y la cultura superarían por fin todas estas escenas goyescas de garrotazos y botelllazos, pero parece que no y que seguimos como en los tiempos castizos en los que el honor consistía en matar con la azada para defender la linde y la honra entre las piernas. No me extraña. Porque además aumentan las muertes por violencia doméstica pese a la previsible inconstitucionalidad de la legislación de
Rodríguez Zapatero para prevenirla. No ha evitado que sigan muriendo más mujeres. No seré yo el que diga que la ley no ha servido para nada, porque ha mejorado muchas cosas, pero el problema no se ha resuelto ni aminorado pues no se ha ido a la raíz del problema, a la educación en la familia, desde pequeños, porque hasta ahora los que maleducaban a los niños convirtiéndolos en machitos, eran las propias mujeres y más de una vez he oído yo decir a las suegras que sus nueras eran unas putas que no se merecían a sus hijos, que por el contrario eran unas joyicas. O aquello otro de que “esa mujer, hijo, no te merece”, que se lo he oído yo a dos de cada tres madres, excepto a la mía que dice todo lo contrario. Pero podrían empezar por ahí, decía. O planteando claramente la obligatoriedad de la separación de bienes, por ejemplo, para que cuando se rompa un matrimonio cada uno salga corriendo con lo que es suyo y se eviten situaciones injustas que llevan a la violencia. Porque habíamos quedado en que “detrás de la violencia siempre hay una injusticia”, según la doctrina de los listos que comprenden las causas del terrorismo. Por ejemplo, Rafael Sánchez Ferlosio que recuerda a los obispos que el perdón de Jesucristo en la cruz, “padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, fue sin condiciones previas de arrepentimiento y a ello se acoge el autor de El Jarama para animar a la víctimas al perdón de los etarras sin exigir nada a cambio. Pude ser. Aunque me gustaría que Sánchez Ferlosio me aclarara si eso de “perdónalos porque no saben lo que hacen” incluye también a los cafres que les pegan a sus mujeres porque a lo mejor ellos tampoco saben lo que hacen, pobrecicos. Y también me gustaría saber si las maltratadas han de perdonar sin que haya habido arrepentimiento. Y cuánto. Es por curiosidad.

4 comentarios:

  1. Rafael Sánchez Ferlosio es hijo del escritor falangista Rafael Sánchez Mazas. Falangista camisa vieja, con el carnet número 3 o 5 de la falange (hablo de memoria), se salvó de ser fusilado de auténtico milagro (hecho novelado en "Soldados de Salamina" de Cercas, estupenda novela).
    Hace tiempo le vi en la Plaza de Santa Bárbara de Madrid, famosa por sus cervecerías, por su librería de lance o de viejo y por ser centro de reunión nocturna de la juventud ansiosa de estragos etílicos.
    Daba bastante pena verle, con un aspecto de indigente total. Ahora vemos que también es un indigente intelectual. Y moral.
    Esta mañana he escuchado atentamente en la radio a un hermano de un asesinado por De Juana.
    Más que nunca estoy al lado de las víctimas y sus familiares. Más que nunca estoy en las antípodas de un presidente del gobierno insensato e indigno.
    Pero en su indignidad nos arrastrará a todos y seremos testigos de hechos atroces.
    Aunque la mayoría se dedicará a contemplar las hazañas de los famosillos, a descargar melodías para su móvil nuevo, meter canciones vacías en su ipop de muchos gigas y se creerán todas las mentiras que se les diga.
    Así será.
    Enrique

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  2. El que está sobrevalorado no es Ferlosio, Enrique, sino su novela El Jarama que los listos consideran "cumbre" de su época, pero que no es más que una recreación behaviorista que aburre. La novela magnetófono hace mucho que está de capa caída, digan lo que digan los listos y se pongan como se pongan.

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  3. Hace años conocí a un matrimonio del que la suegra de él decía:
    - Mi hija es un putón y él un cabrón consentido.
    El tío en cuestión vivía de p... madre y se la sudaba el pueblo.
    ¿Será esta la formula para que un matrimonio funcione? ¿Mirar para otro lado?. Igual ellas que ellos, no seamos machistas.

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