Pechitos púberes, gráciles y de los que te empitonan (Alberti) o te apuntan como dos limoncitos tiernos y libres. De los que danzan furtivos bajo la blusa y cuesta atraparlos; de los que caben en la mano y hay que sujetarlos como los pájaros y la muleta del toro: firme para que no escapen y suave para no hacerles daño.
No sé si será el momento en que me pilla este post Antonio, pero cuanta sabiduría veo en tus palabras.
ResponderEliminarPues gracias. Tenemos los mismos gustos y eso no es malo, siempre y cuando sea de mujeres distintas, como es natural.
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