2 de abril de 2018
La mona, !qué mona!
El segundo día de mona, hoy sí, aunque ya no tenga la gracia de cuando enanos nos comíamos "el hornazo" para merendar, mayormente por el río, la Atalaya... Ayer salí por primera vez en muchas días y noches y sólo vi aglomeraciones en las puertas de los pub. Fui al San Sebastian (Carlos me cae muy bien) y al que abrió mi amigo Mariano frente a uno en el que tuve problemas con un políco (por mis columnas sí). Los dos pub, uno enfrente del otro en el callejón de los Frailes, nunca mejor dicho.
Aunque tengo para mí que ahora los chitos y los papis celebran más la mona en el campo porque los tiempos han cambiado y ese privilegio sólo se lo permitían antes los señoritos. Ahora todos son señoritos con casa de campo y lumbre para torrar
las costillas.
Hoy es el primer día laboral cuando los políticos vuelven a las suyas y nos dan los disgustos reglamentarios a los que ya estamos acostumbrados, o sea, que volvemos a la rutina con las majaderías de siempre porque lo único nuevo e interesante que se ha dejado oír es la prometida subida de las pensiones. A falta del favor del PNV, claro, pero es que Rajoy puede jugar la carta de proclamar en el Parlamento que no se suben las pensiones por culpa del PNV, que es verdad, pero el PNV se podría escudar en que con la excusa del chantaje de la subida de las pensiones se puede meter de todo en esos presupuestos, que también es verdad.
Ayer leí un artículo de Pérez Reverteen el XLL semanal que me emocionó casi hasta las lágrimas al recordarme las guardia de noche en alta mar. Tengo las suficientes millas navegadas como para haber dado la vuelta al mundo. Y además certificadas pues los pedí porque pensaba enrolarme en la mercante, que es todavía más dura y en la que te juntas con lo peor de cada casa. Al final no lo hice porque cogí la corresponsalía de la Opinión, creo recordar.
Muchas millas navegadas y muchos `días de mar´, de verdad, pues caí en un barco que no era de guerra aunque lo administrara la Armada. Y no fue por cuestión de los tests que te hacen antes de jurar bandera, sino a un enchufe que mi madre tenía en Madrid. Todo sea dicho. Estos buques hidrográficos eran los precedesores del Hespérides que ya es completamente civil, excepto en los cargos de comandancia y navegación. Y muchas noches de mar con el silencio en semioscuridad del puente, el crujir de las olas al ser partidas por la proa y los trastos de los pañoles mal arranchados si hacía mala mar que para mi era buena, muy buena, porque nunca me he mareado.
Hoy el día día de mona preferiría pasarlo navegando, qué quieres que te diga, albondiguilla. Navegando de noche con guardias de 8 y 12 horas, según los tiempos y la tripulación del barco. Pero en vez de mona me dedico a misiones imposible como pasar por fin del primer capítulo de los Soprano; esa serie que está catalogada como la mejor de todos los tiempos, de culto, y que a mí me cuesta trabajo mantenerme arrimado al aparato tv. Me la voy a ver como trabajo escolar.
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