21 de abril de 2013

Clase

No sé si he mencionado alguna vez   que a mí me echaron de la Marina por cuestiones técnicas-administrativas que al final tenían mucho que ver con la estética, pero sobre todo con la ética, pues un teniente de navío decía que él los tenía pequeñicos y pegados al culo, como los tigres. Y  servidor que grandes y colgando, como los leones. Y el uno  por el otro, entre  tigres y leones, la chica que nos gustaba sin barrer.

España está llena de tigres y leones que no dejan tranquilo el zoo  e incluso se llevan las rejas para venderlas como el cobre. No hay forma de encontrar un suelto en el periódico que no mencione la corrupción. Y así, a diario, como la corrupción ‘pantojera’ nuestra de cada día. Recuerdo haber leído que en 1904 se reunió la tertulia que había creado Valle Inclán en el  Nuevo Café de Levante, y que a ella habían acudido lo mejorcito de la  Generación del 98 y los artistas más significados como  Zuloaga, Solana, Santiago Rusiñol, Mateo Inurria, Chicharro, Beltrán Masses o Rafael Penagos. 

Pero aquella tarde/noche del 13 de mayo de 1904  el novelista vasco  Pío Baroja sorprendió a todos porque  cuando se discutía de los españoles y sus  distintas clases,  dejó claras las diferencias: "La verdad es que en España hay siete clases de españoles como los siete pecados capitales.


A saber: 1) Los que no saben; 2) Los que no quieren saber; 3) Los que odian el saber; 4) Los que sufren por no saber; 5) Los que aparentan que saben; 6) Los que triunfan sin saber, y 7) Los que viven gracias a que los demás no saben. Estos últimos se llaman a sí mismos "políticos" y a veces hasta "intelectuales".

Tal cual hogaño. Lo adelantó Baroja hace más de 100 años, es decir, todo un siglo. No se trata ya de que estemos igual que entonces (o peor), sino que ahora nuestra  generación del 98 la componen aznares, zapateros, aidos, pajines, llamazaros, bárcenos, botellas, urdangarines, lánzaros, colaus, pantojas y demás mediocridad lamparona circundante.

O chicas ‘cougar’ cuarentonas de nueva generación que todavía no han comprendido que a los ’yogurines’ de 30 con los que intentan acostarse hay que pagarles las copas. O la cama. Como hacemos los maduros con las lolitas. Igualdad de género que dicen y reclaman. Pero las ‘chicas-pumas’ lo quieren todo gratis: juventud y beber por el morro. En Pérez Casas de Murcia te las encuentras haciendo cola. Es una falta de decoro y educación que nos indica a qué grado de desfachatez estamos llegando.

Una falta de ética y estética, según la manida frase: «No hay ética sin estética», que sentenció el Profesor  José María Valverde cuando  en pleno régimen franquista, abandonó su cátedra  de Estética de la Universidad de Barcelona  como protesta por las expulsiones disciplinarias de los profesores Tierno Galván, Aranguren y García Calvo. El profesor Valverde terminó añadiendo: “ni Estética sin ética, ergo, apaga y vámonos”. Le faltó añadir «que ya está la misa dicha», pero se lo perdonamos porque tenía razón. Pero los cubatas y el hotel se pagan, queridas, ya sean tigres o leones.  Por ética, estética, igualdad de género y buenas costumbres. Es cuestión de clase.

Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza.

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