17 de abril de 2011

Hazme una cruz sencilla, carpintero

Ahora que viene la Semana Santa (y las procesiones ateas), es tiempo de la cervecita fresca y de plantearse una ligera reflexión, entre tapa y tapa, sobre la teodicea o por qué Dios permite el mal, etc, etc. O por qué permitió que su propia obra lo crucificara (al hacerse hombre), pues él mismo padeció su imperfección debido a su finitud, a que no puede crear helados de calor, por muy Dios que sea. Pero volviendo al asunto del mal, conviene leer antes el cuento de "Los 12 oficiales" de Mark I. Vuletic, en el que nos plantea la impasibilidad e impotencia de Dios ante la maldad.

El cuento está muy bien planteado, te engaña y te hace ver que Dios o es un hijo de puta que permite el mal o es un impotente que no puede evitarlo (volviendo al socorrido planteamiento de Epicuro y Hume). Pero ante eso, cabe plantearse lo que uno ya tiene escrito

por ahí y que si no aclara el problema de la teodicea (nadie inteligente osaría aclararlo), también deja claro que el planteamiento de algunos ateos es falso. Tramposo.

Porque la señorita K no hubiera muerto ni habría sido violada, si Dios le hubiera apuntado a cada humano con una pistola en la nuca. Ya no habría mal en la tierra y la obra sería perfecta, para algunos, porque para servidor es inaceptable pues yo no quiero que Dios me apunte con una pistola en la nuca para ser bueno. Quiero poder ser malo. Le exijo a Dios poder ser malo. No quiero ser bueno "por cojones". Qué aburrimiento, joder. El mal te hace libre, manque nos pese. De eso se trata.

Así que aquí dejo una poesía del comunista León Felipe:

UNA CRUZ SENCILLA

Hazme una cruz sencilla,
carpintero...
sin añadidos
ni ornamentos...
que se vean desnudos
los maderos,
desnudos
y decididamente rectos:
los brazos en abrazo hacia la tierra,
el astil disparándose a los cielos.
Que no haya un solo adorno
que distraiga este gesto:
este equilibrio humano
de los dos mandamientos...
sencilla, sencilla...
hazme una cruz sencilla, carpintero.

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