12 de septiembre de 2010

Por qué

Stephen Hawking ha descartado a Dios como creador del universo porque éste sólo fue una consecuencia inevitable de las leyes físicas que ya existían en medio de la nada (?). Una reacción espontánea. Pero, ¿por qué fue espontánea?...

No da razones, excepto el porque sí, por espontaneidad, pues parece que la Ciencia también escribe con renglones torcidos y que sus caminos son inescrutables mediante una ‘rotura espontánea de la simetría’ que después de todo podría ser compresibles para explicar el cómo pero nunca el porqué.

Y no se puede pasar de puntillas por los porqués pues es como querer acabar con la pobreza sin preguntarse por qué se produce la miseria. Porque si antes del Big Band sólo había simetría y un equilibrio perfecto entre la energía negativa y la positiva, los profanos podemos preguntarnos por qué se rompe esa simetría sin

saber por qué, pues se supone que el Otro lo hizo por amor o por el placer estético gratuito de la creación que llevan todos los artistas, pero no entendemos por qué lo hace el efecto mecano-cuántico pues al ser racional no le vale el porque sí, porque sí y porque sí. Por una reacción espontánea.

Lo sabemos desde el colegio cuando nos decían que «sólo los tontos hacen las cosas sin saber por qué». Eso nos reprochaban cuando se nos caía siempre el lápiz al suelo al paso de la profesora minifaldera más estupenda. Pero ellos tampoco saben el porqué, quizás porque los designios de la Ciencia son inescrutables (como los de Dios), y pretenden hacernos comulgar con la fe del carbonero científico pues sabemos el qué, el quién, el cómo, el cuándo y el dónde de la creación del Universo, pero nos falta el «porqué» periodístico de su explosión. Y si vuelves a la redacción sin el por qué, te la juegas.

Nos falta pues ese ‘porqué’. O por qué tras miles de millones de años de evolución sin inteligencia aparece de pronto la inteligencia. O por qué los animales no tienen noción de la muerte y nosotros sí. O por qué las mujeres te preguntan en qué piensas cuando no piensas en ellas y cuando por fin piensas en ellas, te reprochan que siempre pienses en lo mismo.

Porque eso de la ‘reacción espontánea de la ley de la Gravedad’ es precisamente la excusa que uno argüía cuando las chicas se extrañaban de que sólo hubieran transcurrido cinco minutos desde el inicio de la película y ya tuvieran las bragas por los tobillos. Una ‘reacción espontánea de la gravedad’, cariño. Pero no colaba. Muy escépticas ellas.

Aunque la circunstancia de que nunca pudieran explicarse los porqués tampoco nos arroja (por descarte), en los brazos de otras Altas Instancias pues a Dios hay que acercarse huyendo de la ignorancia y sin la superchería del Azar porque ya nos advertía María Zambrano, la discípula de Ortega y Gasset, que «Dios es la idea más racional de la historia de la filosofía».

(Columna publicada en el semanario de papel El Mirador de Cieza)

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