
Ya sabíamos que los sindicalistas españoles habían olvidado a Sacco y Vanzetti, pongamos por caso (cosa de las subvenciones que abotargan las meninges y atocinan el talante), pero lo que no sabíamos es que se tomaran a coña las reivindicaciones más elementales como que los pensionistas paguen la crisis, mientras la banca sigue ganado dinero a espuertas. O que se haya abaratado el despedido. Una minucia, a lo que se ve.
No se puede caer más bajo. O quizás es que una vez que estás en la alcantarilla ya no hay más fondo, no se puede caer más. No sé. Será cuestión de pedirle un estudio a Harvard, porque una cuestión tan seria como es la reivindicación de unos derechos sociales que hemos tardado décadas en conseguir, y que un botarate como Zapatero ha dilapidado manirroto en unos pocos años en posturitas progres de organdí, no se debe dejar en manos de un caricato a no ser que los líderes sindicales estén en armonía y romance con el personajillo de Buenafuente. Más bajo no se puede caer. O sí.
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