4 de noviembre de 2006

El tonto ejemplar

A Juan Luis Cebrián le preocupa Internet. Por supuesto; es el único reducto de libertad donde ni él, ni su amo Polanco, pueden meter las zarpas. Aquí no pueden monopolizar, manipular, ni cerrar. La gente es libre y eso les jode. No pueden ver ni imaginar que haya alguien que sea libre, que no se unza con el yugo del amo, que no se arrodille sumiso y consentidor ante la polla del poder y del capital, y eso les saca de sus cerriles casillas. Este siniestro personaje que procede de los servicios informativos de la dictadura, dice que el periodismo en la red no tiene credibilidad. Supongo que lo dirá porque nunca se han inventado un terrorista suicida en una información “contrastada por tres fuentes distintas”, que ya se sabe que en España el tonto es el que se sube al campanario y hace la trompetilla de la ejemplaridad.

2 comentarios:

  1. A mi me preocupa que Juan Luis Cebrían sea miembro de la Real Academia Española de la Lengua. Que semejante personaje se siente en un sillón de tan docta institución es un símbolo más del preocupante estado de cosas en este país de un tiempo a esta parte.Que este sujeto se siente en el sillón V mayúscula, sillón que ocuparon nada menos que Gaspar Melchor de Jovellanos (uno de los más insignes españoles de todos los tiempos),el poeta Antonio Machado y el arabista Emilio García Gómez es simplemente inquietante. Que se haya sentado al lado de figuras como Rafael Lapesa, Manuel Alvar, Pedro Laín Entralgo y Julián Marías causa estupor, porque sus obras completas caben en medio folio. No se si sería capaz de mirar a los ojos a Julián Marías. Creo que lo he contado en otra ocasión: Marías, discípulo y continuador de la filosofía de Ortega y Gasset, ayudó a su hijo José Ortega Spottorno en la creación de El Pais, incluso aportando una cantidad de dinero acorde a sus posibilidades. Don Julián propuso a Ortega Spottorno el nombre de Miguel Delibes como director del naciente periódico, pero el escritor no aceptó al no querer moverse de su Valladolid natal. José Ortega propuso entonces a Juan Luis Cebrían, desconocido para Marías y así se hizo. Julián Marías, senador por designación real en aquellos momentos, escribió durante varios años en El País lúcidos artículos que arrojaban luz sobre la transición. Ensayos y artículos recogidos en sus libros La Devolución de España y la España Real. Pero las cosas empezaron a ir mal y el cerco se estrechó sobre el filósofo, simplemente porque escribía desde la independencia y desde la libertad, circunstancias que no entran dentro de las coordenadas de Cebrián. Recuerdo un lúcido artículo en el que Marías se preguntaba qué coño es era eso de las nacionalidades (el coño es mío, Don Julián jamás decía palabrotas, salvo en alguna ocasión que se permitía llamar a alguien majadero). En Prisa, o entras en el redil y escribes al dictado o no eres nadie, no existes. Eso pasó con Julián Marías, que tuvo que abandonar El Pais y, literalmente, dejó de existir para ese periódico. Cosa que no le importó en demasía, puesto que estaba acostumbrado a navegar contra corriente, incluso en los años más oscuros del franquismo. Afortunadamente, Marías tenía la amistad de Adolfo Suaréz y pudo ser catedrático de Filosofia (lo que no le dejaron en décadas de franquismo, entre otros motivos orque se negaba a ser parte del régimen). Marías escribía los discursos al Rey, qué diferencia con estos tiempos...
    Inexplicablemente para mí, su hijo Javier Marías es uno de los buques insignias de Prisa, tanto en su diario como en sus editoriales. Él, que se ha batido en plaza pública muchas veces por su padre y ha puesto de vuelta y media a muchos otros. Que algún psiquiatra me lo explique.
    Hace semanas Cebrián hablaba de la insidiosa reconquista. Hace falta ser ignorante. Vamos a ver, Cebrián: esa insidiosa reconquista te permite tener una mansión en La Moraleja, te permite ser millonario y ser consejero-delegado del mayor grupo de presión que hay en este país. Te permite ser el ejecutor de las órdenes del Rey Polanco desde su pabellón de recreo en Valdemorillo y te permite ser el oráculo de la cursiprogresía. Esa insidiosa reconquista te permite dictar el guión de la deconstrucción de nuestro país, que empezaste en ese artículo que siguió a unas elecciones vascas en el que pediste la cabeza de Nicolás Redondo Terreros, cabeza que te ofeció en bandeja Zapatero en menos de 24 horas.
    Juan Luis Cebrían Echarri, el mismo que era redactor jefe de Pueblo (periódico portavoz del franquismo) y jefe de informativos en la televisión de Arias Navarro.
    Ese.
    Enrique

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  2. Y encima va por ahí mirándote por encima del hombro debido a no sé qué superioridad moral que se ha agenciado para él y los suyos.

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