28 de noviembre de 2005

Se acabó

Esperaba que este Papa, de más lustre intelectual que el otro, de mayor preparación y lucidez teológica que el anterior, corrigiera anacrónicas estupideces como prohibir o no recomendar el uso de anticonceptivos. No ya para prevenir el SIDA que es lo más primordial, sino por sentido común incluso para los adolescentes. Es lo que yo recomendaría a mi hijo y lo castigaría si un vienes por la noche no sale a la calle con condones. Pero no. Ellos no; ellos no aman a sus hijos e insiste cerriles en su ofuscación al dejar muy claro que no están considerando introducir ningún cambio en la oposición de la Iglesia Católica a la anticoncepción. Pues lo siento. Se acabó. Ahí os quedáis en vuestra cátedra de Moisés, abrirme las puertas del infierno, buscarme hueco y palco porque creo que voy a sentirme orgulloso de ser condenado. Y a lo mejor allí nos vemos porque lo de Dios os es ajeno pues ciegos a la verdad, tapados a la realidad de la vida, "sólo sabéis liar pesados fardos y echarlos sobre las espaldas de los demás, sin empujar ni con un
dedo" (Mateo 23, 4), para luchar contra el contagio del SIDA con métodos racionales y seguros en vez de con curiles e infantiles criterios humanos de castidad y abstención. No tratamos con niños, sino con seres humanos.

Pero se acabó, “letrados y fariseos hipócritas que pagáis el diezmo de la hierbabuena, del anís y del camino y descuidáis lo más grave de la Ley: la justicia, el buen corazón y la lealtad (…) Guías ciegos que filtráis el mosquito y os tragáis el camello” (Mateo 23,23). Allá vosotros. Pero se acabó. Mi conciencia me dice que no puedo estar con quien descuida lo más importante: la justicia, el buen corazón y la lealtad porque estáis ciegos a la realidad, a la verdad que es de este mundo. Y mata. Sigo envidiando y respetando mucho a los católicos que sé que hay muchos, y buenos, pero vosotros ahí os quedáis filtrando mosquitos y tragándoos camellos. Y aquí cuelgo mi tesis en vez de clavarla en el pórtico de la iglesia de Todos los Santos de Wittenberg. No me pilla a mano. Nos vemos en el infierno.

1 comentario:

  1. Me parece muy ingenuo por tu parte esperar que Ratzintger Z hiciése algo de lo que comentas, ya que es bien conocido su carácter ultraconservador. Juan Pablo II, a su lado, parecía Bakunin.
    Saludos.

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