22 de enero de 2005

Opiniones del jurásico anterior

El periódico El Mundo ha contratado como columnista a David Gistau, un jovenzuelo que posee la mejor pluma que se puede leer ahora mismo en España, junto a la de José A. Martínez Abarca, pues ambos son de lo mejorcito, y único, que se puede encontrar hoy por los periódicos, independientemente de que se esté o no de acuerdo con ellos. Hablamos de estilo y de genialidad, prendas, y no del oficio de talabartero. El primero viene de La Razón y el segundo ha tenido que cobijarse en este mismo periódico tras ser echado de La Verdad en un glorioso acto de censura sectaria por parte de un director mediocre de esos que se enteran de que hay alguien que no piensa como ellos y les entra el pánico. Y es que este personaje ha convertido el periódico en un reducto de los dinosaurios, de los abueletes, de los columnistas que sobrepasan
ampliamente la edad media de lucidez y que, en su mayoría, son de la secta cursipogre que allá por los años setenta y ochenta coparon los medios de comunicación para jactarse de ser demócratas de toda la vida cuando la mayoría venían de los medios del franquismo. Antonio Papell, Abascal, Enrique Vázquez, Manual Alcántara, etc, etc. Una caterva de abuelos que mueve a la compasión. Son de esos mediocres que no se jubilan y que ni pasan, ni dejan pasar. Los jóvenes que quedan son los de la filia del personaje, de la cultureta de la izquierda lamé que llena las páginas con el orden del día y las consignas que previamente han determinado los editorialistas del Partido del Interior de El País. Y para llenar el expediente de la pluralidad ponen a un idiota de derechas como Cano Vera, porque el que de verdad les podía dar la replica y dejarlos en ridículo ya no está, lo han purgado y echado a la calle. Viva la pluralidad. Joder, que tropa.

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