4 de noviembre de 2015

Calzonazos

Más de la mitad de las adolescentes cree que el hombre debe proteger a la mujer, según un informe sobre los estereotipos sociales, etc., etc. Sorprendente. Ni en el cuaternario pasaba esto. Como ‘se poseibol’ que unas adolescentes que han nacido hace media hora y en el siglo XXI, todavía piensen como sus bisa-bisa- abuelas. Es increíble.

Con las ganas que tiene un servidor de encontrar a una novia que me proteja, mientras duermo la siesta. Aunque me llamen calzonazos. Calzonazos con gusto no duelen, eso dicen. Pero no; resulta que te quieren hacer trabajar. Son crueles. A mi me encanta que ellas lleven las riendas, que lo hagan todo, que lo decidan todo, mientras tú te engolfas con las musarañas. Me encanta ser un calzonazos.

Pero el 67% de los críos cree que debe ser el hombre el que proteja a la mujer. Qué manía tienen estos jovenzuelos con hacerte trabajar. Con lo feliz que se vive delegando para que ellas se realicen como mujeres, sean independientes y lideren la relación. Y el mundo. A uno le da envidia el marido de la Merkel porque el cabrontece se lo ha montado de vicio: no da un palo al agua, vive como un marajá y encima ella se lo hace todo porque lo decide todo. Y él a dormir la siesta, aunque los alemanes creo que no la duermen, así que a beber cerveza caliente que ya hay que tener ganas.
 


Ser un calzonazos tiene sus ventajas, que lo sepas, porque sólo tienes que decir: «lo que tú quieras, cariño», y las tienes tan contentas. ¿Dónde vamos?, te pueden preguntar. A donde tú quieras, cielo. Y ellas tan dichosas. ¿Playa o campo? Lo que tú digas, amor. ¿Cine o pub?, decídelo tú, mi vida.

Y tú tan a gusto y ellas tan gozosas que incluso por la noche se pondrán encima sin preguntarte nada y te lo harán, que da gusto, mientras tú piensas en ‘La crítica de la razón pura’. O en el culo de la vecina, ya puestos en plan ontológico. Es un chollo. Yo siempre he querido ser viejo verde, dependiente de lencería de señoras y calzonazos, pero nunca me han dejado.

Es que a ellas no les gustan los baldragas porque según confiesan en las encuestas, prefieren un hombre/hombre, es decir, un macho Alfa que las lleve a maltraer porque les gusta sentirse protegidas. Un hombre de verdad, según la canción de Alaska, que se confiesa un volcán en erupción y una estricta gobernanta. Pues yo no estoy para apagar volcanes, cariño, así que prueba con un bombero de esos de los calendarios, porque lo del ser un bragazas o un poltrón relaja mucho y te deja tiempo para pensar, ya digo.

Y para que ella fisgue tú móvil porque el 62,9% conoce a chicas que inspeccionan el de su novio. Las celosas posesivas que son un encanto, siempre que estés enamorado, claro. Pero no importa porque les das tú mismo el móvil, la clave de la cuenta de correo, del ‘guatsap’, del face, del cajero y de todo lo que sea menester para que lo controle todo y no te moleste la siesta. Sólo en casos de urgencia. Si se cae del quinto piso, por ejemplo, porque entonces es de caballeros levantarse de la cama y llamar al 112. Nobleza obliga.

Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza.

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