28 de septiembre de 2015

Niños y aranceles

El que algo quiere algo le cuesta, que decía mi madre cuando le pedía dinero para montarme en la noria del solar de enfrente, el de doña Adela. No me lo daba. Y entonces le escondía el dedal, ella se volvía loca buscándolo y aparecía yo con él, me comía a besos y me daba para la noria.

Como se ve siempre me he llevado muy bien con las mujeres, las he comprendido y les he dado todo lo que necesitan. Por eso me quieren tanto. Y también por eso eso no me explico cómo sigo soltero. Quizás se deba a que en vez del dedal ahora les escondo las bragas. No sé. Cualquiera las comprende.

Eso era de niño, cuando queríamos ser piratas, aunque hoy los críos ya no sueñan con aventuras pues anhelan convertirse en ingenieros y policías, mientras que las niñas se decantan por ser profesoras, médicos o actrices. Éstos al menos tienen las ideas claras porque yo de niño dudaba
entre querer ser viejo verde o dependiente de lencería de señoras. Siempre he sido muy precoz y con la vocación muy clara.

Y abundan otros que quieren ser independentistas, como sus antepasados que se repanchingaban a la vera del dictador y éste les favorecía con unos aranceles que perjudicaban al resto de los españoles. Pero no les bastó, ni les basta. Quieren más. Son como los hombres: les das la mano y te la meten, sin sacarla.
Han mamado lo peor de España, se calzan los cojones por montera y se visten con el ademán camorrista que silba y berrea como un ‘cani’ que se pasea por la playa con tanga de leopardo.

Algunos todavía recordamos cuando vascos y catalanes recogían con servil respeto la ‘copa del generalísimo’ de manos del dictador (9 copas cada equipo); unos trofeos que atesoran en sus vitrinas porque ya tienen experiencia en confraternizar con dictadores pues Primo de Rivera les amplió el «arancel Cambó» de 1922, que les permitía prohibir las importaciones y encarecer sus exportaciones. El paño de Manchester valía más barato que el catalán, pero un andaluz o un murciano no podían comprarlo porque se encarecía con los aranceles por lo que se veían obligados a adquirir el los catalanes, mucho más caro. Y de ahí su riqueza.

Todo se lo deben a las dictaduras pero ahora lucimos una Europa democrática y están prohibidos los aranceles, y el proteccionismo, así que España ya no les renta y quieren pirarse. Pues puente de plata, mozos. Pero mientras no se vayan hay que dejar que rabien y pataleen, como los niños, porque nuestra libertad y nuestra educación ampara que un palurdo pite y rechine, ya sea en el fútbol o en la ópera.

Los niños juegan ahora a las patrias y las banderas de moqueta porque los mayores los engolosinan con cuentos de mentirijillas con el fin de tapar que son unos burgueses corruptos en el mejor estilo franquista. Sofico, Matesa y Rumasa son un pecado venial con lo que han hecho estos payeses venidos a más y proclamados en burguesía independentista. A éstos hay que esconderles el dedal y dejarles claro que jamás van a tener más privilegios porque esto ya no es una dictadura. Nos comerán a besos.

Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza. 

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