3 de noviembre de 2013

Basura

Un violador reincidente ha salido libre gracias a la sentencia de Estrasburgo que ha permitido ir excarcelando terroristas y demás ralea de baja estofa, como la etarra que fue liberada en sólo unas horas. Y eso que dicen que la justicia española es lenta.

Duele, pero hay que aceptar la sentencia pues a estos criminales se les juzgó con una ley que no se puede modificar según el capricho retroactivo. Da rabia, pero no te pueden poner una multa de tráfico, pagarla y que luego cambie el Gobierno y te aumenten su importe. O que te modifiquen las exenciones a las que tuviste derecho.

La culpa de este descamino no es del tribunal de Estrasburgo, que ya ilegalizó a los etarras, sino de los políticos que se negaron a cambiar cuatro veces la benévola ley de la dictadura de 1973. Éramos demócratas ‘de toda la vida’ y estábamos tan agustito con una ley franquista. Cambiar una ley de la dictadura era ‘reaccionario, según Zapatero. No se modificó (en parte) hasta 1995 y tuvimos que esperar a Aznar para que los asesinos cumplieran íntegramente las penas.



Están en la calle gracias a la sumisa izquierda que confunde la reinserción con la redención (ver ‘Pickpocket’, ‘Un condenado a muerte se escapa’ o ‘Mouchette’, del cristiano jansenista Robert Bresson). Para alcanzar la redención hay que hacer luego el bien y estos asesinos ni tan siquiera han colaborado con la justicia. No quieren redimirse. Sólo salir de la cárcel y cobrar el paro, como genuinos españoles.

Y dejarnos el dolor de las víctimas, sólo dolor, pues lo que sentimos por ellos no es odio, como afirma el comunista Llamazares, sino el mismo sentimiento que padecen las mujeres hacia el ‘violador del ascensor’ que agredió a 18 jóvenes, asesinó a dos chicas y que ahora va a ser liberado.

Los proetarras y el PNV se han regocijado por el cumplimiento riguroso de la legalidad y ahora deberán aceptar que ese rigor se siga cumpliendo y no se relaje la política penitencia a los demás etarras. Ellos mismos se han ahorcado el 6 doble.

Pero lo que a uno le espeluzna no es que los terroristas salgan a la calle y la llenen de más basura, sino que gobiernen las instituciones del País Vasco y obliguen a colocar en los portales de las casas unos ganchos para que los vecinos cuelguen las bolsas de basura, con el nombre de la familia etiquetado en la bolsa para facilitar la inspección. Teniendo en cuenta a qué juegan por allí, cómo entienden los derechos humanos, a mí me daría miedo hasta meter en la bolsa papeles rotos en mil confeti.

Es una guarrada pero no lo saben. Quizás podríamos hacérselo ver llenando la bolsa con el papel usado del váter para brindar con el inspector cuando hurgue en la bolsa que cuelga junto a la entrada de los edificios. Porque en el País Vasco la basura está colgada de las paredes. Y de las instituciones gracias a los jueces del Constitucional que fueron los que legalizaron a los pro-etarras. Los jueces españoles, no los de Estrasburgo.

Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza. 

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