16 de septiembre de 2013

Pasando

La mayoría de los jóvenes pasa de la política, según la encuesta realizada por el Instituto de la Juventud. Y además confiesan que están «satisfechos» con su vida porque se conoce que da gusto vivir tan ricamente en casa de tus padres y no tener que bajar a la mina. Cosas del el ‘guatsap’ que nos hace la vida muy mullida. Pasar de la política supone que ya no nos aqueja que la Justicia haya imputado a Chaves y Griñan. Normal. A mí lo único que me preocupa es conocer a una multimillonaria para casarme con su hija de 18 años. Es lo mínimo.

Aunque nuestros jóvenes todavía no han llegado a las ínfulas de una chica que puso un anuncio en un portal de finanzas de Estados Unidos: “Soy una chica hermosa de 25 años, bien formada y tengo clase. Quiero casarme con alguien que gane como mínimo medio millón de dólares al año. Estuve de novia con hombres que ganan de 200 a 250 mil, pero esa cantidad no me va a hacer vivir en el Central Park West. Rafaela S.”

Y recibió la respuesta de un chico:
«Soy millonario pero no acepto su propuesta porque es un mal negocio. Usted da belleza y yo doy el dinero, pero su belleza con el tiempo irá disminuyendo y mi dinero aumentando. Como comprarla es un mal negocio, por su devaluación creciente, le propongo alquilarla por el tiempo en que el material esté en buen uso. Esperando noticias suyas, me despido cordialmente.



Fdº: Un millonario que por eso es millonario.”
No había más que añadir, pero uno comprende a la chica pues 'las mujeres que buscan ser iguales a los hombres carecen de ambición', según nos explicaba Timothy Leary que se conoce que no conocía la desmesurada ambición de
algunas.

Es cierto que las que buscan la igualdad con los hombres se conforman con poco, con un nivel muy bajo, pero es que los hombres ya no son lo que eran antaño; esos españolitos bajitos, con bigote, obsesionados con la muerte y salidos, muy salidos. No somos así porque algunos ya puestos en el porno, preferimos a Erika Lust antes que a Nacho Vidal. Cuando tienes imaginación el porno te parece cine de barrio.

Y nos va más la poesía de Pepe Piñera cuando nos manda a «donde las flores se pintan los labios»; a Cieza, en un caer en mientes, donde vuelven los kioscos de la mano del concejal socialista Antonio Martínez-Real; un propósito acertado que nos devuelve a la nostalgia de las pipas envasadas a mano de la casetica de cartón.
Cada nostalgia tiene su música y por eso cuando ya no te desilusiona que no nos hayan concedido los Juegos Olímpicos o que los «diados» vuelvan a lo suyo, es que andas maduro para envolverte con el celofán de los recuerdos de esa infancia que veía precintar las bolsas de pipas con una plancha doméstica y vendía Celtas Cortos a cuatro cigarros la peseta. Entonces nos prohibían la política. Ahora los jóvenes pasan de ella. Y comen pipas por ‘guatsap’. Supongo.

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