16 de febrero de 2013

Pillar

En el diario ABC se preocupan por informar a los padres sobre qué hacer cuando los hijos te pillan haciéndolo en la cama. Bueno, cada uno se preocupa por lo que quiere, pero yo no me preocuparía porque me pillaran los hijos, sino porque lo hiciera el padre. Son más peligrosos. Y en invierno en el balcón hace frío.

O me remordería andar a la vera del yerno del Rey que nos ha confiado que si paga la fianza que le ha impuesto la justicia se verá abocado a un «injusto empobrecimiento». Animalico de Dios. Los abocados a un ‘injusto empobrecimiento’ se suicidan cuando van a ser desahuciados, como ha hecho la pareja de ancianos de Mallorca, pero este chico ha cobrado comisiones, folla con infantas, ha estado enchufado en Telefónica y tiene un palacete en Barcelona y algunos pisos en Palma. Pobrecico.

Porque mientras este hampón llora quejicoso y el Supremo anula el indulto de Zapatero al banquero Alfredo Sanz, se nos ha jubilado el único Papa intelectual que hemos tenido; un lúcido teólogo que se ha pasado el pontificado barriendo el estiércol de ovejas y lobos en una «barca que hace aguas» (según el mismo confesó), y que al «perder el vigor» para seguir con la limpia ha sido cesado por el Espíritu Santo.


Se va de clausura, qué envidia, y aquí nos deja con la populachera casa de Gran Hermano, que nunca es desahuciada, y con unos pedestres senadores que se nos desloman trabajando pues 33 de ellos sólo han formulado una pregunta en 14 meses. La misma para todos, porque la copiaron para evitar desriñonarse y perder la alegría dicharachera al desenfundar el dedo para votar lo mismo que la manada. Otra conquista social histórica.

Por eso apremia que se formalicen de una vez las listas abiertas, pero es dudoso que los partidos lo quieran porque perderían el control de lo que hacen sus señorías pues éstas se deberían más a los que le votan que a los que los enchufan en ellas. Dicen que no serviría de nada porque listas abiertas haylas en el Senado, y es cierto, pero la gente está tan acostumbrada a votar logotipos que para el Senado vota la calcomanía del partido, la papeleta que le dan ya ensobrada y lacrada. Si hubiera que marcar a los candidatos en las dos listas (Congreso y Senado) quizás se lo pensarían mejor.

O quizás no, vaya usted a saber, porque este es un país en el que ya de pezqueñines te bautizan con el agua bendita del Real Madrid o del Barcelona. O del partido de papá porque pese a la corrupción que nos emporca, y acecha, las encuestas nos dicen que el 60% de los electores sigue votando a los dos grandes partidos.

En la malquerida Norteamérica el senador por Massachusetts vota contra su partido si la ley que se tercia perjudica a su electorado, es decir, a su Estado, porque se debe al ciudadano y no al partido. Pero aquí algunos próceres andan muy preocupados por si su hija lo pilla en la cama haciéndole guarradas a su madre/padre, pero les da igual que los pillen votando a ritmo de silbato.

Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza. 

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