6 de octubre de 2012

Mamar

Los pediatras de la Universidad de Melbourne consideran que dejar que el bebé llore, hasta que se canse, no le acarrea ningún daño a largo plazo. Y no sé, porque uno ha sido siempre muy llorón pues fui el precursor de aquello de que «el que no llora no mama». Y las mujeres (que son muy tiernas), cuando te ven llorar te achuchan y te pegan a sus tetas. Trae cuenta llorar, te lo aseguro. De niños también, sí.

Nosotros lloramos mucho en Europa y entramos en la ‘champions li’ de los países más ricos. Ahora estamos en 2ª división y con unos presupuestos para 2013 que incrementa la deuda de las administraciones públicas y los créditos a las cajas. Y así no cabemos todos en el ascensor pues hay exceso de bulto y sólo caben 4 personas. Por qué sólo 4. Porque sí. Porque lo estipula la ley de la Gravedad.

Si queremos subir más gente tendremos que comprar más ascensores y no dejarlos a la púa, que es lo que hemos hecho hasta ahora pues no tenemos ni para pagar los intereses de la deuda del año que viene (38.590 millones). Sólo los intereses de créditos anteriores. Y no queremos que nos suban los impuestos. Ni que echen a la calle a los ascensoristas.

Nos quedan los ricos, como siempre, pero ellos dirán que apoquinen los que están sumergidos que defraudan 82.000 millones. Eso le espetaron los ricachones a González, Aznar, Zapatero y Rajoy, y siguen pagando sólo el 1% con las Sicav (incluido el cineasta progre Almodóvar), mientras el común

lo hace al 26%;  porque si no, cogen el dinero, corren y se lo llevan a Alemania donde todavía pagarían menos. Y aquí nos quedamos con ascensores por un tubo dotados con mini-bar, hilo musical y wifi para el iPhone 5. Tan guapos.

Y la felicidad, a veces, sólo cuesta 1 euro. O 20 céntimos. Pero nosotros suspiramos por un aeropuerto en la puerta de la casa, AVE al torcer la esquina, una piscina con sauna, jacuzzi y baño turco, y pluses por doquier. Hemos pasado del Estado Social de Derecho al Estado Social de Jauja.

A mí los ascensores no me preocupan, la verdad, pues soy muy clásico y prefiero hacerlo sobre la mesa de la cocina. Pero allá cada cual con sus tendencias y sus cosas. La cuestión no es el número de ascensores, sino que para rascar más votos, los políticos prometen unos modernísimos ascensores con moqueta y elevalunas elétrico digital.

Es lo que ocurre cuando eres un país del montón y no tienes pasta para tanto pisto y cairel; que nos entrampamos como nuevos ricos y cuando llega el Cobrador del Frac a por los 900.000 millones de euros, le echamos la culpa a la Merkel. Cómo no.

Yo tengo un ex-amigo que cuando llega tarde a casa dice que es por la Merkel. Y es mentira, claro, porque su querida se llama Merche. Y además no es alemana, sino de Ricote. Así que debemos hacer caso a los expertos y dejar que los niños lloren hasta que se cansen. Eso llevamos haciendo 40 años con los nacionalistas y ellos ni se cansan, ni paran de mamar.

Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario