
Suponemos, claro, porque los políticos griegos que mintieron y amañaron las cuentas para entrar en el Euro y han llevado a su país a la quiebra, se lavan ahora las manos y dejan al pueblo la responsabilidad para que decida en referéndum si acepta el plan de rescate del país, que les reportará
130.000 millones de euros y el perdón del 50% de su deuda. Lo del referéndum puede parecer una actitud democrática pero suena más a un populista escaqueo de su responsabilidad, porque fueron ellos los que perpetraron la engañifa y ahora no quieren apencar con ella. Son cobardes. Lo que el pueblo decida y a ellos que los registre
130.000 millones de euros y el perdón del 50% de su deuda. Lo del referéndum puede parecer una actitud democrática pero suena más a un populista escaqueo de su responsabilidad, porque fueron ellos los que perpetraron la engañifa y ahora no quieren apencar con ella. Son cobardes. Lo que el pueblo decida y a ellos que los registre
Nos lo advirtió hace unos días el parlamento eslovaco cuando no quiso aprobar el nuevo rescate y por aquí nos preguntábamos quiénes eran esos eslovacos de mierda, recién llegados a Europa, que querían darnos lecciones. Insolentes... Sobre todo su presidente, Richard Sulik, que no entendía que su país tuviera los sueldos más bajos de la eurozona y que fueran precisamente ellos a los que se obligaba a salvar a los demás. «¿Para que Grecia pueda pagar 1.200 euros en las pensiones, tres veces más que nosotros?, se preguntaba atónito. Una pensiones que cobraban hasta los muertos, según supimos luego. Y además se jubilan a los 63 años y nadie paga impuestos. Ahora les van a preguntar en referéndum si quieren pagarlos. Dirán que no, como es obvio. Tontos no son.
Por eso Richard Sulik no se fiaba: «Ahora tenemos que ampliar el fondo para ayudar a España o Italia cuando el Norte de Italia es la región más rica de Europa». Esta actitud del eslovaco puede parecer insolidaria, al primer vistazo, pero él creía que la solidaridad entre los países estaba siendo mal entendida: «Es una solidaridad perversa: al final a todos nos va igual de mal. La eurozona sólo funcionará cuando los Estados puedan quebrar y todos los inversores lo sepan».
Y tenía razón, claro, porque no se entiende que Grecia se marque ahora un farol con el referéndum y que los eslovacos, que son austeros y no tienen problemas de deuda, tengan que pagar las trampas griegas, y las españolas, debidas a las embajadas catalanas, los aeropuertos sin aviones, los Aves sin pasajeros o las presuntas subvenciones de don José Blanco, ‘el Gasofa’.
Que un país pueda ir a la quiebra tiene sus ventajas porque si los inversores a corto plazo saben con certeza que no habrá más ayudas europeas y pueden quedarse sin cobrar, se cuidarán mucho de especular con nuestros caprichos de nuevos ricos y los gobiernos no podrían despilfarrar. El eslovaco atinaba en su diagnóstico sobre las deudas. Y nosotros sin entenderlo porque preferimos las mentiras, piadosas, a que nos digan la verdad. Por eso las chicas mienten tan bien. Parecen griegas.
Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza.
Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza.
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