29 de marzo de 2010

Soledad

Los jóvenes volvieron a manifestarse el otro día para pedir unas salas de estudios que parece que por fin les van a dar. No exigían un lugar para hacer botellón como en Granada, sino unos locales para estudiar porque el videoclub de la Esquina del Convento no da abasto y no es funcional. Es una peineta muy ornamental pero molesta para usar.

Y en estas llevaban los jóvenes más de un año pero los políticos populares les han replicado que están politizados (y por tanto no tienen derechos). A lo mejor si les reclamaran túnicas o carrozas les daban subvención y todo, pero pedir salas de estudio es subversivo.

O quizás deberían pedir tambores para una Semana Santa que se inicia mañana y que uno siempre ha creído que no tenía nada que ver con la efemérides religiosa, sino con el interés turístico o el Día Internacional de la Cerveza. Sobre todo cuando te enteras de que unos talcualillos civiles han censurado el pregón que la anuncia porque se han arrogado el poder de decidir qué es lo que

se puede decir dentro de una iglesia. Habrán recibido la llama del Espíritu Santo. Por eso es mejor no buscarle la teología al cartón piedra y cuando algún forastero me pregunta en el blog de Internet por las procesiones de Cieza, acudo a los recuerdos de la infancia y le menciono la caracola de los ‘armaos’, el vaivén del paso ciezano, el Prendimiento o la Cortesía. A grandes rasgos.

Aunque si quieren ver algo sencillo y alejado de los denarios del interés turístico, les recomiendo que vean el fervor de los devotos del Santo Cristo, de la Virgen de Gracia y Esperanza o del Cristo de la Agonía de la procesión del Silencio. Lo merecen. Pero también les hago hincapié en que acudan el Viernes Santo al desfile de la Virgen de la Soledad y sus ‘lloronas’. Lo siento por las demás cofradías, pero es que en esta desfila mi querida hermana María.

Porque para acercarte a la pasión has de mirar la sobriedad del paso de la Soledad, la belleza que esculpe el dolor a cincel en la madera y el recato de los que desfilan que soslaya el barroco florido y la trompetería pirotécnica de las volutas y los latones, para acercarte a la soledad más estricta. Al ‘!Padre, por qué me has abandonado!’, es decir, a la pregunta clave de la teodicea sobre por qué Dios permite el mal.

Una cuestión que no tiene respuesta (nadie inteligente tiene la osadía de darla), aunque consuele saber que Él también pasó por el aro y sufre el mal como todo quisque porque Dios, aunque sea Dios, no puede crear helados de calor y tiene que aviarse con un hombre libre e imperfecto. O se es libre, incluso para hacer el mal o se es un monigote, un robot programado. Sin posibilidad de pecar no hay libertad, ni ser humano. El pecado y el mal nos hacen libres, manque nos pese.

¿Que tiene que ver esto con los caramelos, las gambitas y el estreno de Ramos? Nada. Es la cascaruja. Tiene que haber un alimento más trascendente que te colme y que ya intuía Miguel Delibes: «Espero que Jesucristo cumpla su palabra». Pues eso.

(Columna publicada en el semanario de papel El Mirador de Cieza)

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