21 de septiembre de 2009

Las putas, los putos y los hijoputas



Los pseudocatalanes de la izquierda castiza de ERC han presentado en el Parlamento una propuesta para prohibir los anuncios de prostitución. Les ha salido la vena folclórica moralista judeocristina y quieren prohibir, que va de suyo: prohibir, prohibir y prohibir que es lo que les pone, porque sino prohíben pegan el gatillazo. Prohibir es su Viagra. Les va esa marcha estupenda de prohibir a los demás, en plan curicas tremebundos, mientras permiten y consienten que las más débiles se prostituyan por

las calles al mejor postor. Porque las que se anuncian en los periódicos son putas de lujo que cobran y mucho por sus servicios y ejercen el oficio en pisos céntricos o chaleses de las afueras.


Pero ellos insisten en prohibir los anuncios de putas y putos en la prensa porque queda muy fino, muy cursipogre y tralará, aunque sea una solemne estupidez porque en los tiempos de Internet es como prohibir que llueva. Nadie puede impedir que yo quede con una chica en un hotel a través de un anuncio de Internet de contactos o de blogs (los hay a miles), y que follemos o nos demos por culo, sin perdón (o latigazos), aunque haya de por medio pago, numerario, remuneración o circulante. O cariño. O vicio.

Es imposible prohibirlo y lo que habría que hacer es regular la clandestina para evitar las mafias, la esclavitud sexual, la falta de medidas higiénicas y el panorama cutre de ver al paisanaje follando en medio de la calle como hace poco vimos en Barcelona. Y además ya sabemos que en todos los sitios en los que se ha prohibido la prostitución, ésta han aumentado, y en la clandestinidad. Y además con una mayor marginación.

Las que se anuncian en la prensa (o en Internet, como scort) no necesitan regularizarse porque están muy reglamentadas por ellas mismas pues son independientes o pertenecen a agencias regentadas por madamas. Y se dirigen a "caballeros muy solventes" o "caballeros con un elevado poder adquisitivo y muy exigentes a la hora de compartir un momento especial". Salidas a domicilio y hotel. A 500, 600 0 1.000 euros la hora.

Estas son "lo más hot" y no necesitan regularización sino control fiscal, porque las que reclaman nuestra ayuda son las marginales que "hacen la calle" por los polígonos industriales o los barrios marginales y que son explotadas por los macarras hijoputas de siempre o las mafias de trata de blancas. Esas mujeres necesitan regularizarse al igual que regularizamos a los inmigrantes: para darles derechos (y deberes),y que coticen como cualquier otro quisque en igualdad de condiciones. Y que al ser legales no puedan ser explotados por empresarios desaprensivos, es decir, por los hijoputas de siempre.

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