27 de enero de 2009

Chicas malas, afortunadamente

"Pude equivocarme, pero no engañé", señaló anoche el presidente del Gobierno en alusión a sus optimistas propuestas para crear empleo y negar la crisis, hace tan sólo unos meses. Pero sí engañó porque dio "motivos para creer", aún sabiendo de la crisis, y eso sólo lo hace un bolero, un fullero o un charlatán, es decir, un político como otro cualquiera y habíamos quedado en que la política no era eso. Eres uno más de muchos, un cualquiera, un talcualillo que le dice lo mismo a todas.

Y para eso preferimos a las chicas malas, las de toda la vida, las que se pusieron de moda allá por los años 40 y 50, cuando protagonizaron películas y comics pulps. Hace años, ya digo y dicen, pero en realidad las chicas malas siempre han atraído a los hombres y no me extraña, claro, porque
las chicas buenas sólo sirven para casarse con ellas, para ponerlas al lado del televisor, pero para follar y gozar de la vida, preferimos a las malas.

Pero con los tíos es distinto, por razones obvias, y los políticos como Zapatero se pueden ir al carajo, es decir, al Parlamento que, por cierto, sigue cerrado porque se supone que sus señorías le han hecho caso a Zapatero y "siguen consumiendo" para animar la economía, con sus estupendos sueldos y dietas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario