El líder del PP Mariano Rajoy no se ha entrevistado con el nuevo presidente de Bolivia, Evo Morales, porque su visita no coincidía con los planes que él tenía para ese día. Mal hecho. Tenía que buscar tiempo para entrevistarse con él porque para eso cobra y porque para eso aspira a ser el presidente de todas los españoles. Mal, Rajoy, muy mal. A líder indígena de Bolivia, Evo Morales, lo han elegido presidente en unas elecciones democráticas y al que no le guste su elección que se aguante, que no vaya a Bolivia o que se rasque la barbilla. O que se espere cuatro años para votar, si puede y es boliviano, porque los resultados electorales hay que aceptarlos tanto si favorecen a Bush, como a Zapatero, Evo Morales o Hugo Chávez. Tanto Evo, como Hugo Chávez, como Lula da Silva han sido elegidos democráticamente y hay que aceptarlos. Y respetarlos. O se acepta la democracia, aunque no nos guste el ganador, o estamos pervirtiéndola. Pero lo grave es tener que recordar una y otra vez que hay que aceptar un resultado democrático, aunque el ganador no sea de los nuestros. A estas alturas. Otra cuestión es el payaso caribeño de Fidel Castro, un dictador que tiraniza al pueblo y al que hay que botar porque no tiene ninguna legitimidad democrática.
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