7 de diciembre de 2005

Cafres, perros y berridos

En Cieza, mi pueblo, unos energúmenos encapuchados han destrozado los locutorios y las tiendas de los inmigrantes, además de atacar los locales del Ateneo de la Villa que es donde suele parar la gente de Izquierda Unida. Unos cafres que se han comportado como animales para demostrar a los demás que lo son y que quieren seguir siéndolo porque cuando hablan berrean y cuando actúan embisten. El hombre nace mono y se va perfeccionando hacia el ser humano conforme va adquiriendo la educación que nos permite convivir sin tirarnos piedras para defender la linde, pero estos niñatos es probable que hayan recibido una educación por una oreja me entra y por otra me sale y hayan decidido dimitir de ella para convertirse en animales que no piensan, no razonan y sólo embisten con los cuernos a todo aquello que no comprenden. Son como los perros que mean en todas las esquinas marcando el
territorio para protegerlo, para que nadie les levante a sus perras recordándonos por cierto a los cerrilles de los nacionalistas que también lo mean para perpetuar la pureza de su raza. Tal para cual. Espero que los pillen y que paguen por su fechoría para cortar de raíz este tipo de salvajismo y sentar el precedente de que con la libertad no se juega. Con la de todos. Y tengo que denunciarlo a viva voz y pegando gritos, porque en estos irracionales hechos el que calla otorga y se convierte en cómplice.

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