
berenjenas ¿? y tú le besas el cuello, le das un liviano chupetón, le dices que la quieres y notas en tus manos que la muy zorra se ha corrido. Entre fogones. Ni el Arguiñano, oyes. Aunque no pueda ser, claro, porque ahora las chicas ya no cocinan y es difícil pillarlas con las manos en la masa, digo en el fuego, digo en el microondas. Ponen el maldito aparato y se van. Es imposible. Porque si tú le sugieres que se quede mirando el microondas, ella se podría decir: ¿Qué hago yo aquí agachada mirando el microondas mientras éste me mete mano? No es posible. Para que se quedara tendrías que engatusarla asegurándole que dentro está Jude Law porque entonces si que se queda allí mirando mientras tu procedes. Se supone, claro, porque esto del microondas no es muy de ley, sabe usted, y habría que suprimirlo porque a mí no me entra eso de meter en una fantasía sexual semejante máquina y es obvio que se están perdiendo las buenas costumbres, las de toda la vida, las de meterle mano a tu mujer mientras cocina porque con tanto avances técnico, con tanto progreso, se están perdiendo las buenas maneras. Me estoy haciendo conservador, cosas de la edad. Pero es mi fantasía mando yo (incluido el uniforme correcto para que ella use el microondas), porque como sigamos así vamos a tener que crear el Tribunal Políticamente-Correcto de las Fantasías. Pongamos que decimos: meterle mano mientras va a la compra, que es más políticamente correcto.
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