15 de febrero de 2015

Putos febreros

El otro día me di con un querido amigo, fervoroso de Podemos, y se bebió mi última cerveza, se fumó mi última ‘maría’, me sacó prestados 5 euros y me habló de no sé qué de regeneración. ¿Cuála?... Quizás debería visitar al cofundador de Podemos, señor Monedero, al que le han pillado 405.769 euros en los malvados bancos (yo tengo 1,87).

O quizás haya que comenzar la regeneración por la escuela porque todos los centros van a impartir clases contra el sexismo y la violencia porque todavía se considera que un chico que liga es un fenómeno, mientras que si lo hace una chica es una puta. El estereotipo no ha cambiado.

Y además las violan, como en Caravaca, cobran menos y cargan con otros baldones y vilezas porque algún prójimo me ha jurado que una chica que los atendió muy amable en su trabajo y luego pasó de ellos en la calle, era una ‘calientapollas’. Los tíos somos así. «Si te casas con una tía buena vas a ser un cornudo», me han llegado a advertir. Son los pusilánimes de siempre porque el tío que está seguro de sí mismo se descojona de lo que los demás piensen de él.

Quizás todo se deba a un complejo de inferioridad; miedo a que ella sea inteligente e independiente como Mae West que proclamaba sin rubor que «las chicas buenas van al cielo y las malas a todas partes.» Lo decía ella porque si lo digo yo me dedico de por vida a su otra gran frase: «El sexo es como una partida de póquer: si no tienes una buena pareja, más vale que tengas una buena mano». O ser ‘El hombre tranquilo’, como John Wayne en la peli de John Ford.

Por eso coincido con Mae West y prefiero ‘jugar’ al solitario que ir a la timba de las putas, lo siento, pero no me fío de un putero porque si engaña a su mujer (o a su novia) a la que se supone que quiere, cómo no me va a engañar a mi que mo me conoce de nada.

Debo de ser raro pero no comprendo cómo te puedes acostar con una una señora que lo hace por dinero. Es humillante para ella, por supuesto, pero también para el hombre porque no hay nada más hermoso que una mujer se acueste contigo porque te desea. Incluso me repelen los rituales ‘cumplimientos’ matrimoniales de sábado/sabadete. Así que no concibo recostarme con una señora que para colmo ha estado antes con otros que han dejado por ahí sus babas. Me dan asco, incluidas las scort de 500 euros la hora. Ni con zotal. Debo de estar enfermo.

O ser raro, porque no comprendo como esto no se enseña en la escuela pues sé de padres que han llevado a sus hijos de putas para ‘hacerlos un hombre’. Pero no se enteran. Es una cuestión de elegancia y buenas maneras como las que luce Carlos con sus clientes de la cafetería San Sebastián. O Mariano del Capitolio. O Manolo del «gran Menotti», porque el criterio estético y la clase, no se compran a granel con dinero ni con escudos heráldicos de metacrilato. Pero los amigos de Podemos mejor absteneros. Prefiero la soledad.

Columna publicada en el periódico El Mirador de Cieza. 

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